La negativa del negativismo y sus conformidades

Cartas blancas, lo único que hago es jugar al cartas blancas, un poco de música, dibujar un par de letras, pero siempre está el carta blanca.
Todo esto es un teatro, la gente se esfuerza porque suene creíble, pero yo ya no lo creo. La gente se fastidia demasiado, se cree mucho su tristeza.
Papeles que hacen honor a la burocracia, se duplican, triplican, y cuánto más en manos mías y eso me empalaga. Esa coquetería de sociedad que dice que las cosas son así, y la gente que se complace en apañarla con sus quejas cotidianas y se regocija de ser más honestos que estos o aquellos, más simples, más modestos...
Nos complacemos con ser lo que somos y seguir el juego. Y no vayas a diferir de la multitud porque ahí sí, los modestos y los honestos, los pesados y elevados, los de la alta jerarquía, todos, todos estarán encima tuyo diciéndote que está mal, porque todos criticamos pero también apaleamos al que quiere cambiar.
Porque el hombre es un animalito de costumbre, de complacencias, de burocracias, de ideas disociadas, pero a la vez algo restringidas, por eso, no va a cambiar nada.
No somos más que lo que nos dicen que debemos ser, no nos animamos a ser más...